Crónica
UN NUEVO CAMINO
“¿Y hoy, qué será de almuerzo?” es el pensamiento que retumba en mi cabeza mientras salgo del salón de clase para recibir un cálido sol que sube mi ánimo después de una exhaustiva clase. Salgo abrigada con bufanda y abrigo esperando la fuerte brisa helada que espera afuera del edificio, sin embargo lo único que recibo son unos cuantos rayos de luz que traspasan las hojas de los árboles y caen sobre mi pelo sin mayor sutileza, el color de las hojas de los árboles y el de las flores del edificio de al frente resalta, la gente se ve feliz, como un día que ha sido agotante pero está lo suficientemente cálido para charlar un poco con los amigos de siempre, los nuevos, los conocidos.
Mientras subo algunas escaleras, camino un poco, las vuelvo a bajar, me encuentro con los sonidos cortados y unidos de trompetas violines y saxofones, siempre anonadada de cuanta concentración podrán tener aquellos aspirantes a músicos, para mantener una melodía sin importar lo diferente de los otros que se encuentran al lado, me dirijo entonces hacia el túnel donde mi amigo Leonardo está esperando desde hace quince minutos para por fin saciar su sed, y su hambre que lleva aguantando por más de dos horas en uno de esos huecos que parecen interminables, finalmente he llegado al túnel y antes de bajar logro ver a mi amigo esperándome frente al Oxxo fumando un cigarrillo; así, viendo su posición relajada y actitud calmada continuo mi travesía, tomo mi maleta, la pongo al frente mío y bajo las escaleras con tres o cuatro personas más a mi lado, dando pasos lentos pero fuertes mientras llegamos a las siguientes escaleras.
Al subir ya puedo ver gente con comida rápida entre sus manos, pizza, perros, hamburguesas, ensaladas de frutas, salchipapas. Pero hoy no es un día para comer eso, no me siento bien después de comer tanto azúcar en clase, gracias a la niña de clase que me incita a comprar y comprar sus pequeñas y económicas golosinas. Necesito algo diferente. Así subo las ultimas escaleras y saludo a mi amigo con la mano y decidimos probar algo diferente y continuar nuestro camino no retrocediendo sino hacia adelante, caminando por la séptima hacia el norte, esperando encontrar un buen restaurante que nos ofrezca algo diferente, económico, y delicioso para esta tarde de martes que nos suplica a gritos un nutritivo almuerzo para poder continuar la dura jornada hasta las seis que nos espera.
Mientras subo algunas escaleras, camino un poco, las vuelvo a bajar, me encuentro con los sonidos cortados y unidos de trompetas violines y saxofones, siempre anonadada de cuanta concentración podrán tener aquellos aspirantes a músicos, para mantener una melodía sin importar lo diferente de los otros que se encuentran al lado, me dirijo entonces hacia el túnel donde mi amigo Leonardo está esperando desde hace quince minutos para por fin saciar su sed, y su hambre que lleva aguantando por más de dos horas en uno de esos huecos que parecen interminables, finalmente he llegado al túnel y antes de bajar logro ver a mi amigo esperándome frente al Oxxo fumando un cigarrillo; así, viendo su posición relajada y actitud calmada continuo mi travesía, tomo mi maleta, la pongo al frente mío y bajo las escaleras con tres o cuatro personas más a mi lado, dando pasos lentos pero fuertes mientras llegamos a las siguientes escaleras.
Al subir ya puedo ver gente con comida rápida entre sus manos, pizza, perros, hamburguesas, ensaladas de frutas, salchipapas. Pero hoy no es un día para comer eso, no me siento bien después de comer tanto azúcar en clase, gracias a la niña de clase que me incita a comprar y comprar sus pequeñas y económicas golosinas. Necesito algo diferente. Así subo las ultimas escaleras y saludo a mi amigo con la mano y decidimos probar algo diferente y continuar nuestro camino no retrocediendo sino hacia adelante, caminando por la séptima hacia el norte, esperando encontrar un buen restaurante que nos ofrezca algo diferente, económico, y delicioso para esta tarde de martes que nos suplica a gritos un nutritivo almuerzo para poder continuar la dura jornada hasta las seis que nos espera.
Por Maria Paula Murcia
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