martes, 20 de noviembre de 2012


Crónica

Miércoles 12:49 p.m.
“Tengo tanta hambre…” Murmuro despacio, casi para mis adentros,  mientras salgo con paso apresurado del salón de clase. Hace un calor asfixiante e irritante para una ciudad como Bogotá y en lo único que pienso es en un jugo, ojalá uno que mezcle distintas frutas, que me refresque y aclare la garganta, y, en un buen, rico y nutritivo almuerzo. Esbozo una sonrisa de añoranza al conocer el lugar perfecto en el que podría hacer realidad mi deseo de medio día. El Andariego, se llama. Recuerdo perfectamente como hace unas semanas atrás buscaba junto a unos amigos, un restaurante nuevo a donde ir a almorzar. Pasando por el túnel recibimos uno de los tantos volantes sobre restaurantes… de esos que las personas que rodean la salida del túnel te regalan con un saludo cordial y una sonrisa. Nos llamó la atención uno que prometía un delicioso almuerzo saludable y económico. Decidimos caminar hacia el restaurante, el cual se sitúa casi en enfrente de la Universidad Distrital.  Casi escondido y de pinta modesta pero acogedora, era un restaurante que destilaba tranquilidad.


Volviendo al presente, entro afablemente y de inmediato la mesera me sonríe reconociéndome. Debo confesar que desde que lo conocí, he adquirido el hábito de venir a comer por lo menos todos los miércoles. Todos los miércoles porque desde la 1:00 hasta las 3:00 de la tarde estoy completamente libre; y así puedo quedarme más tiempo en el agradable lugar leyendo algo, o simplemente pasando el rato en el portátil. Tomo asiento en una mesa y ella de inmediato me pregunta si deseo el almuerzo del día. Yo le respondo con un poco de urgencia que si y que por favor me de algo para tomar. “Hay jugo de guayaba con naranja o té.” Sin pensarlo pido el jugo y  ella procede a explicarme el menú detalladamente (algo que sencillamente me hace sentir muy bien atendida). “Tenemos sopa de calabacín y acelgas. ¿Si quieres? Está un poco picante…” Le respondo con un sí, muy segura del sabor que tendrá la deliciosa sopa. Me sonríe amablemente y me dice que hoy tienen pollo salteado con verduras y me dice el nombre especial de la carne (el cual sinceramente no entiendo, pero me explica que viene molida con verduras y una salsa especial). Yo siempre prefiero el pollo y hoy no es la excepción. 

“Viene acompañado con arroz de hierbas, ensalada de lechugas y espárragos y de acompañamiento tenemos torta de maíz con verduras.” Asiento contenta y con muchas ganas de comer. Ella camina hacia la cocina y le pide al chef que prepare mis platos. Siempre me he sorprendido de que nunca hayan repetido una sola receta desde que vengo a comer aquí. Es admirable. La comida es variada, con muchos alimentos nutritivos y saludables que le dan a la comida un toque gourmet. Recuerdo también que una vez ya yéndome del lugar, le di un sincero gracias al chef por el delicioso almuerzo, y no pude evitar preguntarle por qué creía él que los estudiantes deberían venir a comer aquí. “Aquí cocinamos muy bajo en grasa. Intentamos hacer platos muy saludables y ricos en distintos sabores. También cocinamos sin huesos porque también ofrecemos opción de proteína vegetal para los vegetarianos. Este restaurante tiene su encanto.” Concluyó con una risa.


Miércoles 1:40 p.m.
Encantada con la torta de maíz con verduras, saco mi portátil del maletín y me entretengo leyendo. No puedo evitar echar una mirada a la mesa de postres. Si, tienen tortas recién horneadas y una variedad de tés calientes. Le pregunto al chef de qué es la torta  más grande y me responde con una risa “Es de Halloween.” Yo lo observo confundida y él me explica rápidamente. “Como apenas pasó Halloween, nos quedó una calabaza. Es torta de calabaza baja en azúcar. Aunque sigue siendo bastante dulce… Está muy rica.” Yo le pido una porción para acompañar mi lectura y me sorprende enormemente lo deliciosa que es. Así que pido una para llevar.


40 minutos más tarde…
“¡Gracias y chao!” Son mis últimas palabras antes de salir satisfecha del restaurante. Es definitivamente un lugar que recomiendo indudablemente. Su variedad de comidas va desde un almuerzo muy completo, hasta sándwiches, tortas, muffins, alfajores y té Chai. Sus precios no sobrepasan los 7.500; y con 1.600 puedes comprar un rico muffin. Y con un sol ardiente quemándome la espalda, me dirijo hacia la biblioteca, prometiendo con una expresión afable que seguramente el próximo miércoles estaré en una mesa de nuevo, esperando que me sorprendan el paladar.



Por Alexia Cañón Iriarte.

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